Hoy brindo por ti con un vaso de leche con mermelada, como aquellos que me preparabas de tentempié en las tardes vertientinas.
Brindo por tus arroces con pollo y tu puntico de sal, por aquella nalgada antológica que me diste cuando vine tarde del río con mi “primita”, por los “orina pa que te acuestes” y por tus décimas a deshora.
Brindo por tus puñetazos en el sillón cuando perdían las novenas de Camagüey o Villa Clara, por tu cariño, por tu puntualidad para las pastillas y la siesta, por la plancha de carbón, el farol chino, los caimitos y el pozo de brocal. Ver +